Oswaldo Marcial Palavecino

El argentino, quien llegó primero al Cristal Caldas, tenía un remate potente, era de un corte de goleador de aquellos nueves que ya no existen, no era muy dúctil con la pelota pero definía muy bien frente a los goleros contrarios y está en el podio de los máximos goleadores del fútbol profesional colombiano, detrás de Valenciano y Lóndero. Con rasgos indios en su rostro, Palavecino jugaba con una balaca en su cabeza y una manilla en su antebrazo izquierdo que lo distinguían fácilmente del resto de jugadores den-tro del terreno de juego, pero lo que más lo hacía notar era su remate fuerte y su buena definición. Dentro del área era implacable y por fuera de ella se asociaba con gran facilidad a los volantes o punte-ros. Goleador con Atlético Nacional de los torneos de 1977 y 1978 con 29 y 36 goles respectivamente. Lastimosamente tantas celebraciones no se trans-formaron en vueltas olímpicas. Un elegido de Oswal-do Juan Zubeldía que lo había visto jugar en su país en Vélez Sarsfield de Argentina.

Es el cuarto máximo goleador del fútbol colombiano con 204 goles.
"Tenía 24 años cuando, con el Cristal Caldas, en 1975, marqué mi primer gol en Colombia. Fue un tiro libre hermoso. La gente de Manizales me aplaudió. Le ganamos al Bucaramanga, creo...", recordó Palavecino, argentino de 60 años, quien jugó en Cristal Caldas, Nacional, Medellín, Santa Fe, Millonarios y Cúcuta.

En Manizales empezó a figurar como la solución a falta de gol del cuadro "albo". Allí se encontró con un equipo que jugaba para él. El gran volante argentino Sergio Sierra y los punteros an-tioqueños Nelson Gallego y Antonio Ríos, se convirtieron en los cómplices de un juego perfecto que permitió al Once Caldas clasificar al hexagonal final, quedando 5, en una de las mejores campañas del equipo en la década del 70. En total, Palavecino hizo 52 goles en 100 partidos. 21 en 1975 y 31 en 1976. Un gol cada 173 minutos.

En 1977 fue comprado por el Atlético Nacional de Don Hernán Botero Moreno
Oswaldo Juan Zubeldía le había "echado el ojo" en el torneo anterior, y lo necesitaba para convertirse en el gran finalizador de las jugadas creadas por las estrellas del Nacional. En Medellín, Oswaldo Marcial, encontró el lugar perfecto para vivir, jugar y disfrutar de su cuarto de hora. Salió goleador del torneo colombiano en 1977 y 1978. Visto de esta manera su alto costo bien valió la pena. Pagó con creces su valor.

Zubeldía montó una estructura tal, que el equipo verdolaga se convirtió en el único que le luchaba el título del torneo a Millonarios y Cali, las potencias del momento. En Nacional, junto a Pedro Sarmiento, Hernán Darío Herrera, Norberto Peluffo, el arquero argentino Raúl Ramón Navarro Paviato, el peruano Guillermo La Rosa, Iván Darío "Chumi" Castañeda, Francisco Maturana, formaron un conjunto que llenaba el Atanasio, y aunque no consiguió títulos, siempre será recordado por la hinchada nacionalista, como uno de los mejores de toda la historia.

Para los niños de aquella época, Palavecino se convirtió en el goleador a imitar. Para muchos, cuando en 1980 pasa al Medellín, fue un poco difícil de entender; no era posible verlo vestido de rojo.   


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